domingo, 18 de agosto de 2013

Historias del Camino: El albergue de Maribel Roncal en Cizur Menor

Allá por 1987 Maribel Roncal abrió su albergue de peregrinos en la casa familiar que posee al pie de la Iglesia del pueblo de Cizur Menor, a pocos kilómetros de Pamplona. ¿Qué le llevo a aventurarse en tamaña empresa? La respuesta está en su vocación, la tradición familiar y el empeño en ayudar a los demás.


Mientras me hacía un arreglo en mis machacados pies, me contaba que desde niña se acostumbró al trato con peregrinos, ya que sus padres solían acoger a muchos de ellos en los tiempos que el Camino no eres tan transitado y los albergues escaseaban. Incluso me describía que en el banquete de bodas de sus tíos, un caminante compartió con ellos el convite.

Ya adulta, fue ella misma la que tomó el papel de guía y asesora sobre rutas y trucos para luchar contra el desgaste físico y mental. Tras una conversación con su hermano, se le iluminó la bombilla y, ni corta ni perezosa, se puso manos a la obra para, en 1987, abrir el primer albergue hospitalero de Cizur Menor.

26 años después reconoce que la experiencia ha merecido la pena, ni las inundaciones de 1990 que se llevaron el albergue por delante, ni las subidas de IVA que le han obligado a subir el precio hasta los bien aprovechados 10 euros, han podido con ella. Y es que lo mejor de todo es poder echar una mano y compartir vivencias con la multitud de personas que pasan cada año por allí.

Y a ese respecto puedo dar fe de la buena ayuda que presta. No sólo me curó los pies, sino que me hizo un apaño en las botas tan peculiar como eficaz. La clave para evitar rozaduras está en pegar a las suelas de la bota una compresa, en concreto una de marca Eroski, de noche de las de la bolsa azul, y muy importante que sea con alas para que se pegue bien (en la foto podéis ver el resultado). Este curioso truco junto con unos consejos para atar los cordones correctamente, me han ayudado a aguantar hasta hoy.

Justo antes de irnos nos contaba algo emocionada que su padre solía decír que "hacer el bien y hacer el mal, lo mismo cuesta, pero lo primero es mucho más gratificante".







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