sábado, 5 de agosto de 2017

Vigésimo novena etapa: de Eirexe a Boente con pulpo de por medio

Cuando te acercas al deseado final y piensas que el camino va a terminar, vuelves al principio, recorres mentalmente todo lo vivido y piensas si ha merecido la pena, en qué habrá más allá, si repetirás, si vivirás algo parecido. Cada año la experiencia es distinta pero yo también y eso influye decisivamente en cómo afrontar las etapas y las post etapas. La experiencia fue, es y será inolvidable e irrepetible. De eso estoy seguro.

Después de una noche para olvidar con un peregrino roncador como pocos, a las 6:30 nos encontrábamos en camino a desayunar a Palas del Rey, primera parada importante de la etapa. Igual que ayer, hemos arrancado con ritmos y problemas varios que ha obligado a alguno de nosotros a bajar el ritmo y descolgarse durante algunos momentos.



El reclamo de tortilla para desayunar ha engatusado a Dani y Raúl haciéndoles parar en un pequeño bar a un par de kilómetros de la salida. Todo resultó un engaño, y es que la tortilla era de pega, precocinada y a 3€ la ración. La buena sensación que estábamos teniendo este año con la hostelería qué nos íbamos encontrado ha tenido aquí su decepción. Cuidado con los aprovechados del Camino, peregrinos.

Tras pasar por el bonito pueblo de Palas del Rey, nos hemos encaminado decididamente a Melide, cuyo reclamo era excelente; un poco más adelante lo describiré. Esta etapa se denomina como rompepiernas y es que las continuas subidas y bajadas aumentan considerablemente el sufrimiento de músculos y articulaciones. Como dice Raúl, la tibia quiere salirse y el gemelo pide socorro.


El tiempo nos ha acompañado y es que, a pesar del intermitente chirimiri, se agradece que el sol no pegue fuerte y te permita andar sobre camino y/o asfalto templado. Bosques, colinas, esplanadas, un poco de todo, pero repleto de gente, no tanto peregrinos al uso, si no grupos de excursionistas de varias nacionalidades, turistas de fin de semana, etc. Se hace un poco raro y en ocasiones es agobiante.

En Melide nos esperaba la pulperia Ezequiel, recomendada por el gran Chema Ferraces, y casi seguro que por eso Dani y Raúl se han visto con fuerzas para acelerar el ritmo y descolgarse del resto.



Ha sido ya en la pulpería donde hemos dado cuenta de unas suculentas raciones a eso de las 11:30. ¡Vaya tela! No tenía mucha gusa pero ha sido entrar, olerlo y ponerme manos a la obra. Delicioso

Supongo que habrá sido por ese reconstituyente que los últimos 6 km han pasado volando y así hemos llegado a Boente, fin de nuestra etapa, donde nos hemos alojado en un albergue con jardín y piscina bañera. Comida decente, siesta y terracita. Lo típico.


El reclamo de las fiestas de Melide ha sido suficiente para que mis tres compañeros se hayan animado a retroceder, en taxi eso sí, para disfrutar de una charanga y unos bailecitos. Yo tenía 'tarea' pendiente y a eso me he dedicado. Justo acaban de volver mientras termino de escribir. Mañana les va a costar levantarse.

Nos quedan 47 km para Santiago. ¡Se acerca el final!




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